Por Yuzzie Esquilin
Quizás tenía meses de nacida cuando tuve mi primer encuentro contigo. Era demasiado bebe para recordar cuando te vi por primera vez y saber, cual fue la primera impresión que me disté. El recuerdo más lejano que tengo de ti es quizás a los 3 años, estamos en el Coliseo Roberto Clemente en un concierto y el público comenzó a pisar fuerte los “bleachers” para que el concierto comenzara. Me dio miedo, me molestaba el ruido que las pisadas producían. Así que mi mamá me encerró en la oficina de mi abuelo y me sentó en su falta y me tapo los oídos.
Para aquella niña andar backstage en los eventos y ver a los artistas, músicos o atletas prepararse para salir a escena no tenia nada de extraordinario. Hasta que el 1ro de marzo del 1996 todo cambio.
Recuerdo bien, era viernes, mi mamá me fue a buscar temprano al Colegio sin dar explicaciones. Llegamos a casa nos arreglamos lindas y aun mami no daba explicaciones. En aquel momento la agenda de papi y abuelo no era de mi interés así que desconocía los eventos que había ese fin de semana. Salimos de casa y para mi sorpresa llegamos al “clemente” como en aquellos años se le llamaba al Coliseo Roberto Clemente. El corazón me salto de emoción al enterarme que me llevarían al concierto de Olga Tañón. Jamás voy a olvidar la sensación que me lleno el pecho al entrar por aquella zona de carga, me era tan familiar y normal encontrarme con aquel coliseo en silencio, pero ese día era diferente. Todo estaba listo para recibir al público, el imponente escenario con una imponente escenografía, las sillas de arena perfectamente organizadas, el staff de iluminación dando los últimos detalles. Aquello para mí fue ver la precisión y perfección en su máxima expresión. Cuando caminé por aquellos pasillos helados por el frio (normal en cualquier evento antes de abrir) sentí mi voz interior decirme claramente; “Este es tu lugar. Aquí tu perteneces”. Era una mocosa de apenas 10 años, pero sabia claramente que esa sensación de estar en un evento vacío y “ready” para abrir era lo que quería sentir el resto de mi vida.
De aquel encuentro ya han pasado poco más de 24 años, de los cuales 17 los he trabajo incansablemente. Me has regalado la satisfacción y gloria de la inauguración del Centro de Convenciones más grande, moderno y bello del Caribe, el poder ver 21,000 personas bajo un mismo techo en un Puerto Rico Comic Con, de “Sold Outs” de San Juan Beauty Show, la belleza de un Yanni en el Morro, la grandeza de una Rihanna en el Estadio Hiram Bithorn, la complejidad de convenciones nacionales e internacionales y hasta codearme con la realeza europea en un CILE. Pero no todo ha sido miel sobres hojuelas. He sentido la presión de tener 12,000 personas queriendo entrar a un evento a donde solo caben 5,000, he lidiado con motines, eventos que no se han podido terminar por culpa de un buen aguacero. Se me ha ido la luz antes de comenzar un evento y el generador eléctrico no ha comenzado. Se me ha dañado el aire y tenido que mover un banquete de lugar. He tenido desalojos por fuego y por amenaza de bomba. He tenido manifestaciones, huelgas, piquetes y boicots en eventos. Se me ha muerto un viejito, una tromba marina nos pospuso la inauguración, oradores que no llegan. Artistas con exigencias de reyes, una vaca caminado entre el público, clientes que se van a la quiebra sin pagar, elevadores dañados retrasando montajes. Y como olvidar la paralización de la industria 3 meses a consecuencias de los estragos que en el 2017 causo el huracán María en Puerto Rico. Eso dolió, te extrañe, pero luego de esos tres meses no me diste break para respirar. Me llevaste al galope evento tras evento. Aquello fue intenso, tuve que coger un mes de vacaciones para reponerme.
A diferencia de lo que muchos podrán, pensar ninguna de estas crisis me han hecho querer quitarme. Ninguna de estas emergencias me ha hecho perder la calma o la compostura, sino todo lo contrario. Creo que en los momentos de tensión es que se separan los profesionales de los “wanna be”.
Pero esta, esta me ha dolido lo suficiente como para dejarme en el piso sin aliento. Yo he visto mucho en esta industria, pero esta del COVID-19 jamás la vi venir. ¿Quién se lo iba a imaginar? Ni en mis peores pesadillas estaba algo como esto. Ver tus luces y tu esplendor apagado es triste, tus escenarios vacíos y en silencio, me deprime. Ver tus salones de fiestas sin alegría es desalentador. Pensar en los millones de empleados alrededor del mundo que no tienen para el sustento de sus familias, me hace caer de rodillas y llorando pedirle a Dios provisión y misericordia. Qué triste realidad vives industria. No hay fiestas, no hay bodas, no hay eventos deportivos, no hay conciertos, no hay convenciones, no hay reuniones, el COVID-19 te ha dejado en estado crítico y recluido en intensivo. Casi puedo escuchar el lento “beep” de la máquina que monitorea los latidos de tu corazón. Pareciera que vas a morir.
¡Me haces tanta falta! Extraño las caras felices de los niños al entrar a un circo, la euforia de los jóvenes al llegar a un concierto. Extraño ver la serenidad de un venue vacío convertirse en un espacio vibrante lleno de entretenimiento. Me hace falta el ambiente romántico que se vive en una iglesia antes de que llegue la novia y la perfección de una recepción recién decorada. Añoro el sonido de los aplausos y los gritos ensordecedores del público. Extraño la familia que formamos en el staff de un evento. Extraño tener el radio de transmisión en la cintura y el audífono en el oído con una voz que dice “en 5 abrimos puertas”. Me haces tanta falta que extraño hasta las caras de nauseas de la gente al bajarse de una machina. Cuando daría por mañana supervisar uno de tus montajes y ver como un espacio vacío y en blanco toma forma para el disfrute de un cliente o público. Daria lo que no tengo y más por volver a ti. Con tus virtudes y tu stress, eres mi pasión, quien me reta, quien me regala alegrías y satisfacciones. No se cuento tiempo mas podre estar sin ti. Sueño con el día que vuelva a entrar por una zona de carga o back of the house y vuelva a abrir al público. Juro que ese día estaré en la puerta y recibiré en persona a todos los invitados que pueda.
Sé que estarás bien. Somos millones de trabajadores que con pasión y entrega llevamos una vida dedicada a tu servicio. Tú no te preocupes por nada. Nosotros te levantaremos, te devolveremos el brillo de tus mejores días. Juntos volveremos a escuchar los aplausos hasta que se nos paren los pelos y se nos llenen los ojos de lagrima. Resiste querida, resiste solo un poco más. Tus guerreros estamos aquí para y por ti.
Y a todos tus guerreros que me leen alrededor del mundo les quiero pedir que no quiten el dedo del renglón. Vamos a darle hasta reinventarnos y adaptarnos a la realidad momentánea del COVID-19. Vamos a luchar por revivir esta industria. Tenemos la responsabilidad de entretener, educar y traer negocios a nuestro país atreves de lo que mejor sabemos hacer, eventos. Nos esperan agendas llenas, nos esperan buenos años, volveremos a los “sold out”, a las sonrisas y a los clientes complacidos. Prepárate, prepara tu negocio porque lo que viene es un evento exitoso, tras otro evento exitoso. Nuestro público nos espera ansiosos como industria. No perdamos la esperanza, no perdamos el brillo y estemos listos para dar lo mejor de nosotros para el disfrute de los demás. Esa es nuestra misión por el público, por los invitados y por el cliente.
A los guerreros que se han quitado y que no han ganado la batalla, ante ustedes me quito el sombrero. No es fácil dejar a un lado lo que te apasiona y nos llena el corazón por buscar una estabilidad y sustento. No te sientas mal, la industria honra tu trabajo y agradece tu servicio y dedicación. Tengan siempre presente que las crisis son oportunidades para que se crezcan y demuestren verdaderamente de que están hechos. Estos son los momentos en que sale a flote tu verdadero carácter y pasión.
¡Los veo muy pronto!
¡Un abrazo lleno de fe, esperanza y fuerza!
Comments